Al paso de las nubes…
Escribir un libro no es tan fácil como parece, hay días que la pluma camina sola y página tras página van saliendo en correcta armonía, así como hay días que la tinta se hace dura y no hay nada que pueda dejar crear una buena idea que realmente valga la pena, hay días que todo se bloquea y definitivamente hay que buscar descansar un poco, retirarse para despejar un poco la mente y dejar que todo vuelva a ordenarse para continuar. Particularmente para mi se me hace muy sencillo despejar leyendo un poco de otros libros, incluso si son aquellos clásicos que podrían pasar por “repetidos”, así pues tome dos títulos de Richard Bach: Juan Salvador Gaviota y Biplano; ambos unas bellezas de páginas llenas de inspiración y de frases muy puntuales que de seguro los harán pensar en alguna situación de la vida, o en alguna que en definitiva quieran vivir, con Juan Salvador Gaviota entenderán el concepto de un espíritu libre y emprendedor, y con Biplano estarán a bordo de un romántico Biplano de 1929 en la aventura de cruzar los Estados unidos en 4.100 Kms de una historia inolvidable. Lo cierto es que ambos libros que son una aventura en el cielo, lo cual no podríamos esperar algo diferente de un aviador ex Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y por supuesto no pude evitar recordar mis años en la escuela de aviación y las primeras oportunidades de andar “suelto” en un Cessna 172, para los que no lo conocen el Cessna 172 Skyhawk es un avión monomotor de ala alta con capacidad para cuatro personas. El Cessna 172 es el avión más fabricado de la historia y probablemente el avión de entrenamiento más popular del mundo, maravilloso y aventurero, básico totalmente, un motor vibrante y lujurioso, una nave pequeña pero voluntariosa, de esas de ronquidos fuertes, pequeñas de cabina pero nobles al andar, para mi los vuelos en el Cessna fueron horas de inolvidable libertad, en definitiva la única forma de descubrir el vuelo es viviéndolo…
A todos nos hace falta volar, para los que amamos las máquinas tener el control de una belleza de estas es una situación que coquetea entre el poder y la libertad, o quizás lo correcto sea tener El poder de ser libre!, para aquellos que no saben pilotar, pues sean pilotos como Juan Salvador Gaviota, vuelen en sus propios corazones hasta donde la imaginación se los permita, no hay alma más triste que la que no sabe volar, la que no sabe ver atardeceres, la que no disfruta el viento en la cara, la que no se deja mojar por la lluvia, un alma así es un alma condenada a morir.
La experiencia de volar un aeroplano tiene que vivirse desde que arranca el motor, vivir el ascenso directo al cielo, mirar el paisaje desde la cabina, ver cambiar los escenarios, tratar de tocar el sol, jugarse entre nubes , sentir el flote en el aire, dejarse llevar… dejarse llevar…
En nuestro diario caminar, en el trabajo, en nuestras casas, al lado de nuestros amigos, nuestra familia, la persona que amamos, tenemos que ser perfectos pilotos y saber volar en la dirección correcta, un alma triste no irradia alegrías, no tiene ideas, no es efectiva en lo que hace, es un alma que al morir estará encima de otra que tampoco supo destacar, y así pues sin remedio será una más del montón, no hay peor idea que la que no se pone en practica, el peor Te Quiero es el que no se dice, y el peor momento es aquel que nos negamos a vivir, aquellos grandes que no han aterrizado aún son los que pueden ver todo desde otro punto de vista, entienden que no hay límite para volar y por tanto no tienen vidas atadas a nada, simplemente se dedican a ser cada vez mejores, son ellos quienes llevan la batuta, quienes se acostumbraron a la hermosa tares de ser líderes, de cargar sobre sus hombros a otros que también aprenderán un día a alzar vuelo. No podría dejar de recomendarles la canción ideal para este artículo y para que inicien la lectura de los libros de Richard Bach, pienso que “POUR QUE TU M´AIMES ENCORE” de Celine Dion es como anillo al dedo.
Hay quienes vuelan por un tiempo y suelen aterrizar, hay quien a diario intenta despegar y hay quienes simplemente nunca lo intentan, lo ideal es lograr volar y no pensar en el momento de aterrizar, No se trata de las hazañas de las máquinas sino de la imaginación. Tal cual como en el libro de Juan Salvador Gaviota, la vida es un aprendizaje para volar, y solo los que realmente desean ser libres por dentro no le temen a este camino, sin embargo sabremos que todo este gran aprendizaje ha comenzado cuando logremos entender que no existen los límites.
Dirijan su aeroplano a ese lugar donde han soñado toda su vida, cierren sus ojos y despeguen, no piensen a donde llegaran ni en que momento tendrán que volver, simplemente disfruten el viaje, acompáñenlo con la música más especial del mundo y sean uno con su nave, no me cuenten como les fue, simplemente díganme una que otra vez como les está pasando la vida en esta aventura de volar…
Vivan el romance de volar con los ojos cerrados, déjense seducir por la brisa imaginaria dentro de ustedes, tomen aire y propónganse llegar al destino de toda su vida, sean ustedes el hangar de su propio corazón, imaginen el astro Rey frente a sus ojos naciendo a primera hora del día, canten su mejor canción, y sean los protagonistas de su propia historia… Nárrenla luego a sus seres queridos, susurren al oído de su amante de su compañía de vida, enamórense del corto tiempo de vivir, vuelen… vuelen… siempre vuelen…
Cariños.
Luis.